Jesús, en Vos confío

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martes, 18 de diciembre de 2012

El Misterio de la Misericordia Divina en el Nuevo Testamento I

 Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo, nos dice el autor de la carta a los Hebreos. Sí, por medio de Cristo y en Él, Dios nos ha revelado plenamente el misterio de su amor misericordioso. Jesucristo es la Mise- ricordia Encarnada - escribe santa Faustina. En su encarnación, a través de su vida, de los milagros y enseñanzas, y sobre todo por la Pasión, Muerte y Resurrección, el misterio de la misericordia de Dios nos ha sido revelado con todo su esplendor. Jesús, sobre todo con su estilo de vida y con sus acciones- dijo el Santo Padre Juan Pablo II – ha demostrado cómo en el mundo en que vivimos está presente el amor, el amor operante, el amor que se dirige al hombre y abraza todo lo que forma su humanidad. Este amor se hace notar particularmente en el contacto con el sufrimiento, la injusticia, la pobreza; en contacto con toda la « condición humana » histórica, que de distintos modos manifiesta la limitación y la fragilidad del hombre, bien sea física, bien sea moral. Cabalmente el modo y el ámbito en que se manifiesta el amor es llamado « misericordia » en el lenguaje bíblico (DM 3). 
        La revelación del amor misericordioso de Dios era uno de los temas esenciales en las enseñanzas de Cristo. Habló de ello, no sólo mediante parábolas, como por ejemplo, la parábola del padre misericordioso y el hijo pródigo (Lc 15, 11-32), la del Buen Samaritano (Lc 10, 30-37); luego, la parábola del siervo despiadado (Mt 18, 1923-1.935), pero también a través de otras parábolas o de su magisterio, donde nos descubría diversos aspectos de este gran misterio (cf. Mt 18, 12-14, Mt 20, 1-15, Lc 15, 3-7). Pero Cristo, no sólo predicaba sobre el amor misericordioso de Dios, sino que sobre todo lo hizo presente e hizo de este misterio el contenido principal de su misión salvífica. Ya lo hizo al principio de su vida pública, al citar palabras del profeta Isaías en la Sinagoga de Nazaret, cuando dijo que había sido enviado para anunciar a los pobres la Buena Nueva, para proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor (cf. Lc 4, 18 n). Respondiendo a la cuestión de los discípulos de san Juan el Bautista: ¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?, Jesús les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva» (Lc 7, 22 n). Resumiendo, se puede decir que la Divina Misericordia se hizo presente en el mundo. Sin embargo, cuando el amor misericordioso de Dios fue más plenamente revelado por su Hijo, fue en su Pasión, Muerte y Resurrección. El misterio pascual es el culmen de esta revelación y actuación de la misericordia, que es capaz de justificar al hombre, de restablecer la justicia en el sentido del orden salvífico querido por Dios desde el principio para el hombre y, mediante el hombre, en el mundo(DM 7).

Fuente: http://www.faustyna.pl

martes, 11 de diciembre de 2012

El Misterio de la Misericordia Divina en el Antiguo Testamento II


 Quién podrá medir su inmensa grandeza?, ¿quién podrá narrar sus misericordias? (Si 18, 5). Pues tu amor llega hasta el cielo, tu fidelidad hasta las nubes (Sal 57, 11). Estas palabras tomadas de la Sagrada Escritura son un testimonio que muestra con claridad cómo el Pueblo Elegido experimentaba la vivencia de Dios, sobre todo a partir de su misericordia. Pero, ¿Qué es la bondad de Dios? ¿Cómo revela Dios su Amor misericordioso? 
        Misericordia en lenguaje bíblico significa todo gesto de amor de Dios hacia la criatura. La bondad de Dios no se limita a actos de perdón, aunque cuando Dios perdona al hombre es cuando se revela toda la profundidad de la misericordia. No obstante, la obra misma de la creación ya es un acto de misericordia. El salmista lo dice con toda claridad, cuando alaba a Dios por su hesed, es decir, por la bondad y por el deseo de ofrecer al hombre su amor y la gracia divina. (Sal 136). Según las palabras del autor de este salmo: es eterna su amor, es decir, la misericordia de Dios es lo que hace que todo exista, entre otros el sol, la luna, las estrellas, etc. (v. 5-9). El Salmo 145, 9 indica claramente que el Señor es bueno para con todos, tierno con todas sus creaturas. Dios ama a sus seres creados, y se apiada de todos (en griego, eleeo), como nos dice el Libro de la Sabiduría en el capítulo 11, versículos 23-24. Es gracias a este amor lleno de bondad que el mundo fue creado y todavía existe. La Biblia hebrea revela la misericordia de Dios como algo que sigue siendo válida, y que sigue actuando en el mundo. Se podría decir que el oxígeno que mantiene en vida al mundo y al hombre es el amor misericordioso de Dios.

La Misericordia de Yahvé resultó ser el atributo del Dios de Israel que le diferenciaba de los demás dioses de las naciones paganas (Cf. Mi 7, 18). Miqueas dice que Dios ama la misericordia (Miqueas 7, 18). Pues, como afirma el salmista, dura por siempre (25, 6). Es tan inimaginablemente grande que el hombre, al querer expresar su grandeza, se ve limitado por las dificultades del lenguaje humano. Es por eso que a menudo los autores de los libros sagrados del Antiguo Testamento, para definir la bondad de Dios, usan diversas palabras que hablan de la magnitud de este atributo de Dios (por ejemplo, Ne 13, 22, Tb 8, 16, Sal 69, 17, Is 63, 7). Frecuentemente, yuxtaponen palabras que indican ambas la misericordia, como por ejemplo, en Éxodo 34, 6-7 dice que Dios es misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por mil gene- raciones..Encontramos expresiones parecidas en otros seis textos: Ne 9, 17; Sal 86, 15; 103, 8; 145, 8; Jl 2, 13; Jon 4, 2. El Autor del Libro de la Sabiduría menciona a Dios como el Señor de Misericordia (9, 1). 
        Pero, ¿cómo explicar que el Pueblo Elegido se ensimismara y maravillase tanto con la misericordia de Dios? ¿Cuál es el por qué de esta inmensa variedad de expresiones para expresar la bondad de Dios? Pues bien, la mera motivación de la elección del Pueblo Elegido en propiedad exclusiva del Señor está impregnada de Su amor. En el Deuteronomio (Dt 7, 7n) queda claramente dicho que Dios lo ha elegido no por otros motivos sino sólo por amor y en virtud del juramento hecho a Abraham (versículo 8). Cabe señalar que precisamente en el contexto de la justificación de la elección de los antepasados de Abraham como Pueblo Elegido descubrimos que Dios es fiel y que guarda la alianza y el amor por mil generaciones. Por lo tanto, para el Pueblo Elegido, la fidelidad de Dios a su palabra constituye un sentido fundamental de la misericordia. El Pueblo Elegido nutre sus raíces de aquel hesed, del amor fiel de Dios. Así, la misericordia se ha revelado a partir del diálogo de Dios con el hombre y de la alianza que contrajo con él. El Pueblo Elegido se daba cuenta de que su existencia dependía de la bondad de Dios, y que cada vida recién concebida – que constituía el futuro de la nación – tenía su fuente, en primer lugar, en el amor misericordioso de Dios (rahamim, en hebreo), es decir, el deseo que tiene Dios de que el hombre viva (cf. Dt 13, 18). 
El hecho de hacer posible la salida del Pueblo Elegido de Egipto y el fin de la esclavitud también se desprende del hesed. A pesar de que el términomisericordia no aparece mencionado directamente en la descripción del acontecimiento, sin embargo el éxodo mismo ha sido presentado como un acto de la misericordia divina. Así es, pues Dios, al ver la tribulación de su Pueblo, su sufrimiento y las lágrimas de la gente, se lanzó a su rescate (cf. Ex 3, 7n). El autor del Salmo 136, alaba a Dios por su misericordia (hesed), y lo hace de un modo poético, por haber liberado milagrosamente al Pueblo Elegido del yugo del Faraón (versículos 10-24). La Misericordia de Dios resultó ser una fuerza liberadora, una fuerza capaz de de tomar en defensa a los injustamente oprimidos. Todas las obras que Dios hizo antes y durante el viaje a la Tierra Prometida, tienen su origen en la fidelidad de Dios, lleno de bondad, a su Pueblo. De hecho, todo el Salmo 136 es un gran Te Deum para rendir honor a la Divina Misericordia, que la gente del Pueblo Elegido iba conociendo a través de la obra de liberación de la esclavitud en Egipto. El autor del Libro de Nehemías (Cf Ne 9, 19) destaca la presencia misericordiosa de Dios por el hecho de acompañar al Pueblo durante su peregrinación por el desierto, tanto de noche como de día. Todo procedía de la bondad de Dios, tanto el don de los alimentos, el agua como el cumplimiento de la promesa de la tierra prometida Un eco de la gratitud del pueblo por este acontecimiento, en el que abunda la bondad de Dios, son, entre otras manifestaciones de gratitud, las siguientes palabras del haggad (relato de la historia de la salida de Judíos de la esclavitud en Egipto, que se lee durante la cena de Pascua en la fiesta del Seder: Le debemos gratitud al Señor, no sólo por un único beneficio, sino por un sin fin de favores y beneficios. 
        Pero cuando más se puso de manifiesto la belleza de la misericordia de Dios fue cuando ésta se revela ante la realidad de la infidelidad humana. El Pueblo Elegido, en repetidas ocasiones desobedeció a Dios, y lo hizo ya en la travesía del desierto, por ejemplo, al hacerse un ídolo - el becerro de oro (Ex 32, 4) - o mostrando falta de fe en la Divina Providencia. El pecado, por tanto, significaba la violación de las condiciones de la Alianza. Así que, en un sentido estricto, Dios ya no estaba obligado a concederles su misericordia, es decir, la bendición para su pueblo. Por haber infringido sus mandamien- tos, Dios tenía el derecho de exterminar al pueblo que había elegido. Sin embargo, Dios resultó ser fiel a sí mismo, sobre todo, en su amor por el hombre, que se mantuvo, para bien, para mal, como un amor más fuerte que la traición. El libro de Nehemías (Cf. Ne 9, 17-19) resume bien esta realidad, afirmando que el pueblo se desvió de la obediencia a Dios, cometiendo blasfemias, olvidándose de las grandes obras e intervenciones de Dios. Pero, a pesar de todo, Dios en su gran misericordia, les concedió el perdón. 
        A la luz de estas reflexiones, puede plantearse la cuestión sobre el sentido del castigo: ¿tiene sentido el castigo, al tener presente la misericordia de Dios? Resulta que una de las manifestaciones de la solicitud de Dios por el hombre es también el castigo. En el Libro del Eclesiástico, en el versículo 16, 11, leemos que Tan grande como su misericordia es su severidad. En otro fragmento del libro del Éxodo, versículo 34, 7, el autor compara la dimensión del castigo y la misericordia. El perdón de Dios es ilimitado (por mil generaciones), mientras que el castigo dura poco. Dios es tardo a la cólera y grande en el amor, y no es muy dado a castigar al hombre. El libro del profeta Oseas nos lo explica, ilustrándolo al decir que solo pensar en el castigo, Su corazón se convulsiona suyo, y al mismo tiempo se estremecen sus entrañas (Os 11, 8n). Pero lo hace con misericordia para alentar al hombre a arrepentirse, porque desea su felicidad. De tal manera que Dios, sólo al ver que el hombre se corrige y se arrepiente, se apresura a socorrerle. No sin importancia cabe mencionar el hecho que en el Antiguo Testamento aparezcan con tanta frecuencia los términos de la misericordia y la salvación (por ejemplo, Sal 6, 5, 17, 7, Si 2, 11, Ba 4, 22) 
        La Misericordia de Dios no está limitada sólo al Pueblo Elegido; como dice el autor del libro del Eclesiástico (Si 18, 12): la misericordia del Señor se extiende a todo el mundo. Sin embargo, en el Libro de Jonás es donde encontramos una referencia más universal a la Divina Misericordia. Dios, viendo la enormidad del pecado de los habitantes de Nínive, les envía un profeta con una misión, la de exhortarlos al arrepentimiento. Jonás, sin embargo, prefiere un castigo severo para los crueles enemigos de Israel. Por eso, se propone evadir el mandato de Dios, porque bien sabe que Dios esmisericordioso y clemente, es un Dios tardo a la cólera y grande en el amor,compasivo, paciente y generoso, que se arrepiente del castigo (Jon 4, 2), por lo que probablemente perdonaría a los habitantes de Nínive. Y así es como sucedió. En el contexto de este relato, nos damos cuenta de cuál es la condición para poder recibir el perdón de Dios. Lo es el arrepentimiento por los pecados. No obstante, cuando se habla de arrepentimiento, no se trata de un sentimiento, sino de apartarse del mal decididamente, aceptando una penitencia, tal y como lo hicieron los habitantes de Nínive. A veces los libros del Antiguo Testamento presentan también la necesidad de corregirse y el hecho de confesar la propia debilidad como condiciones indispensables para recibir el perdón de Dios por los pecados cometidos (Cf. 2 Co 30, 9, Sal 79, 8). Pero, tal vez el texto bíblico más bello que nos muestra la relación existente entre el arrepentimiento del pecador y el perdón de Dios es el Salmo 51: Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu inmensa ternura borra mi delito...pues yo reconozco mi delito, mi pecado está siempre ante mí (Sal 51, 3-5). El autor del libro del Eclesiástico expresa esta misma verdad en forma de sorpresa por la que se maravilla: ¡Qué grande es la misericordia del Señor, y su perdón para los que se convierten a él! (Si 17, 29). 

El don del amor de Dios, que es más fuerte que el pecado del hombre, capaz de perdonar repetidas veces, se nos presenta en varias ocasiones especialmente en los escritos proféticos. Entre ellos, en primer plano cabe mencionar una cita del libro del profeta Isaías: Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará y mi alianza de paz no se moverá, dice Yahvé, que tiene compasión de ti (Is 54, 10). Otra especie de declaración del amor de Dios, en donde abunda el perdón, son las ricas palabras del Libro de Jeremías: De lejos Yahvé se me apareció. Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti (Jr 31, 3). Dios, sin embargo, no se detiene en dar pruebas de su bondad, sino que está deseoso de recibir la misericordia del hombre, ¡tiene sed de amor! Dios le exige la fidelidad, como podemos leer en el Libro de Oseas: Porque yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos (Os 3, 3).
        Los profetas revelan algo del corazón de Dios, y nos muestran con claridad su amor ardiente, dispuesto a hacerlo todo por su Elegido, con tal de hacerlo feliz. A menudo el Antiguo Testamento muestra la experiencia de la misericordia de Dios como una fuente de alegría (Sal 13, 6, Ba 4, 22), vivencia que conduce a la gratitud. Un claro ejemplo de esto es el Salmo 107, que canta la bondad de Dios por la liberación de la esclavitud y la miseria. Exhorta hasta cuatro veces, en forma de estribillo que se va repitiendo para expresar gratitud a Dios por su misericordia (versículos 8, 15, 21, 31), porque cada vez que los hijos de Israel pedían socorro y ayuda a Dios, fueron escuchados (versículos 6, 13, 19, 28).
        Los libros del Antiguo Testamento muestran la misericordia de Dios en la obra de la creación, pero lo hacen de un modo particular, sobre todo, en el contexto de la remisión de los pecados de la infidelidad del hombre. La experiencia del perdón se convierte en una fuente de alegría que da sentido a la vida. Sólo hay una única condición para recibirlo. Se trata del deseo real y auténtico de regresar a Dios. Cada criatura se mantiene en vida sólo gracias al amor de Dios, que se inclina sobre todo aquel que es pequeño y débil, necesitado de apoyo. El hecho de que en el Antiguo Testamento haya semejante número de fragmentos que nos hablan de la bondad de Dios, prueba con qué constancia Él acompaña al hombre, de un modo ilimitado y con tal fuerza - como le dijo a Sor Faustina – que hace de la misericordia el mayor atributo de Dios.
Sor Maria Faustyna Ciborowska ZMBM

El Misterio de la Misericordia Divina en el Antiguo Testamento I


 Podemos ir conociendo el misterio de la misericordia de Dios, porque sabemos que ha sido Dios quien nos lo ha reve- lado, y también gracias a los autores inspirados de la Sagrada Escritura ha quedado escrito en los libros sagrados del Antiguo y Nuevo Testamento. En la historia del mundo, en las vidas de los personajes bíblicos y en la historia del Pueblo Elegido, Dios iba revelando su amor misericordioso, que no sólo alza al hombre después de caer en pecado, sino que también pone remedio a cualquier debilidad y deficiencia humanas, y con ello le da la existencia. La Misericordia se manifiesta en cada acto externo de Dios: tanto en lo que se refiere al acto creador como al acto salvífico. Todo lo que Dios hace para el hombre, es expresión de su amor misericordioso.
        Para describir la extraordinaria y rica realidad de la misericordia de Dios, los autores inspirados utilizaban muchos términos, cada uno de los cuales destaca un aspecto diferente de este gran misterio de nuestra fe. La mayoría de las veces (más de doscientas veces) el Antiguo Testamento para referirse a la misericordia utiliza el término hebreo, que significa "la gracia y la fidelidad" de Dios (en hebreo hesed), quien habiendo pronunciado una palabra dada, nunca se echa atrás. Este término aparece en el Pentateuco, en los Libros Históricos, en los Libros Sapienciales, y de modo particular en el libro de los Salmos y en los profetas, especialmente en el contexto de la Alianza que Dios contrajo con el Pueblo Elegido. Hesed significa aquel amor que siempre manifiesta bondad y gracia. Hesed define también aquellos rasgos de Dios, como son la fidelidad a sí mismo (cuando contrae la alianza con el hombre) y la responsabilidad en el amor. En la Biblia, encontramos también unas 30 veces la expresión hesed weemet, que significa "la gracia y la fidelidad".
        Los autores inspirados de la Biblia utilizaban a menudo también la expresión rahamim (palabra hebrea que procede de rehem, el seno materno), que subraya algunos rasgos del amor maternal de la mujer, y que se caracteriza por una intensa carga de las emociones más tiernas. Es la actitud de la persona que se compromete plenamente a ayudar a los demás, viviendo la compasión y llorando con los que lloran. Se trata pues de un amor gratuito e inmerecido, que surge de la necesidad, como un movimiento espontáneo del corazón, que se caracteriza por: la bondad, ternura, paciencia, comprensión y por una buena disposición para perdonar. Las palabras del Libro de Oseas 11,8, son las que expresan este amor con mayor profundidad, y constituyen una confesión del amor de Dios hacia el infiel Efraín.
        El misterio de la misericordia de Dios también ha sido expresado mediante otras palabras, como hanan, que define una disposición cordial permanente, amable, y generosa. La palabra hamal (literalmente - mantener con vida a un enemigo derrotado) expresa este rasgo de la misericordia, que significa mostrar compasión, conceder el perdón y conmuta las penas. La palabra hus tiene un significado, y expresa la piedad y la compasión, sobre todo, como un sentimiento. A veces también, aparece la palabra hen, es decir, la bondad y una actitud amistosa y cordial hacia los demás, especialmente hacia aquellos que se encuentran en una situación difícil.

domingo, 1 de abril de 2012

La Fiesta de la Misericordia.

Nada es pequeño en el amor y la misericordia de Dios. Mucho menos esta fiesta que ha salido de las entrañas de su Misericordia. Por eso debemos ver como un privilegio para nosotros que la Divina Bondad pensó, desde toda la eternidad, en la Fiesta y en nosotros como beneficiarios de tan gran don. Es evidente que ninguno de los grandes santos de la historia han gozado de un don tan grande y tan universal de parte de la Bondad divina. Estos sentimientos deben provocar en nosotros sinceros deseos de acción de gracias y de aprovechar los dones de aquel día. De otra manera, al fin de los tiempos, podrán levantarse la reina del Sur y los ninivitas porque ellos se convirtieron por la predicación de un hombre y nosotros descuidamos la exuberancia del don de Dios.
Jesús instituye la Fiesta
 para beneficio de las alma
s

Una vez, oí estas palabras: "Hija mía, habla al mundo entero de mi inconcebible Misericordia. Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores. Ese día están abiertas las entrañas de mi Misericordia. Derramo todo un mar de gracias sobre las almas que se acerquen al manantial de mi Misericordia. El alma que se confiese y reciba la Santa Comunión obtendrá el perdón total de las culpas y de las penas. En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a Mi, aunque sus pecados sean como escarlata. Mi Misericordia es tan grande que en toda la eternidad no la penetrará ningún intelecto humano ni angélico. Todo lo que existe ha salido de las entrañas de mi Misericordia. Cada alma respecto a Mi, por toda la eternidad meditará mi Amor y mi Misericordia. La Fiesta de la Misericordia ha salido de mis entrañas, deseo que se celebre solemnemente el primer domingo después de Pascua. La humanidad no conocerá paz hasta que se dirija a la Fuente de mi Misericordia". (Diario 699)

Fiesta de la gracia y redención
Leamos y releamos el texto y nos daremos cuenta de aspectos muy importantes que pueden caer en el descuido.
El Señor, en la sobreabundancia de su condescendencia hacia los pecadores, invita a todos, no ha excluido a ninguno (Diario 1182). Pero he aquí que no debemos pasar por alto: Jesús otorgará todo el mar de su Misericordia a las almas que acudan al manantial de la Misericordia, es decir, al sacramento de la Confesión y la Comunión. Lo que significa que de nuestra parte se exige confesión, comunión y suma confianza, y por su parte Dios promete derramar en el alma todo el mar de su Misericordia.
Y lo subraya explícitamente de nuevo: "que ningún pecador dude de acercarse a Él", ciertamente a la confesión para recibir las gracias.

¿Confianza sin confesión?
Existen cuatro peligros en quienes interpretan la confianza como un sentimiento que no lleva a la acción o a vivir como hijos.
Primero: "basta la confianza, no es necesario confesarse". cuando el mismo Señor lo pide expresamente, cual condición. Con esta falsa interpretación reducen , además, el manantial de gracias del Corazón del Señor a unas gracias abstractas, afectivas o sentimentales, y no a la gracia fundamental que engendra realmente la amistad con Dios y nos hace agradables a Él. Es decir, la gracia santificante que nos devuelve el sacramento de la Confesión. Toda otra gracia, incluso milagros, se ordena a ésta, a que vivamos como hijos y nos salvemos.
Segundo: dejar para el ultimo la Confesión, librada a la "Misericordia de Dios". Hay mucha gente que se despreocupa por la Confesión y estima mágicamente que Dios le bajará un sacerdote de alguna nube diez minutos antes de la misa de la Fiesta y así podrá confesarse para obtener las gracias de ese día. Esto no es confianza sino despreocupación por el pedido del Señor
Tercero: ir a la Fiesta confiado de los propios méritos, o no acudir desconfiados a causa de los propios pecados y miserias. Es decir, acogerse a la gracia de la Fiesta pero confiando en que recibiremos grandes dones gracias a nuestra preparación, nuestra virtud o nuestro deseo. Justamente lo contrario, recibiremos todo lo que hayamos de recibir porque Cristo nos ama inmensamente y no por méritos nuestros. Por eso hasta el mas grande pecador (sin virtudes, sin méritos, sin preparación) puede obtener los mismos o mayores dones porque su confianza le abre la puerta al Señor para obrar en el alma con toda generosidad.
Cuarto: Descuidar la practica de las obras de misericordia. Si bien Jesús no exige el rezo de la novena como condición para obtener las gracias de la Fiesta, en cambio, sí exige de nuestra parte la práctica de obras de misericordia (Diario 742), no para acumular méritos, sino por tres razones:
Muchas veces participamos de la Fiesta como el fariseo
del templo que va confiado en sus méritos ; en cambio,
el humilde y confiado pecador arrepentido
que confiesa sus pecados es el que vuelve justificado.
  • porque quien rechaza practicar la misericordia (sea por comodidad, indiferencia o cualquier otra excusa) es mentira que la aprecie o que solicite sinceramente algo que el desprecia (recordemos la parábola del servidor despiadado que no perdonó a un deudor menor, crf. Mateo 18, 21-35). Lo mismo para quien no perdona.
  • porque un corazón misericordioso enternece el corazon de Dios y lo hace derramase sobre él con toda profusión. "Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia" (Mateo 5,7).
  • porque solo quien practica la misericordia con el prójimo puede comprender el gozo de darse gratuitamente. Y si nosotros siendo egoístas y limitados, sentimos el gozo de la misericordia, con mayor razón comprendemos el gozo de Dios al darse enteramente el día de la Fiesta, y así crece nuestra confianza en Él. Es decir, practicar la misericordia nos ayuda a confiar más en Dios.
Los que no se confiesan
Los que por cualquier motivo, no se confiesen, y por tanto no pueden comulgar (salvo los que esten en gracia y se confiesen dentro de los siete días posteriores), al privarse de tantas gracias, provocan un grandísimo dolor a Nuestro Señor Jesucristo que. no obstante prolongarse con tan grandes dones, sigue recibiendo de nuestra parte la ingratitud de no haber recurrido siquiera a la Confesión


Fuente: Revista, La Hora de la Misericordia.

miércoles, 18 de enero de 2012

Las obras de misericordia II

CORPORALES


Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf Mt 25, 31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (cf Tb 4,5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonies de la caridad fraterna: es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cf Mt 6, 2-4) . (Catecismo)  



visitar a los enfermos1. Visitar a los enfermos.Nuestros hospitales estan llenos de enfermos olvidados por sus familiares, o bien, personas que por la lejanía con el centro hospitalario, no reciben visita alguna. Es bueno dar dinero para los necesitados, pero que bueno es darnos nosotros mismos. Compartamos de nuestro tiempo con ellos y llevémosles una palabra de aliento, un rato de compañía a esos cristos en su monte de los olivos.
Dar de comer al hambriento 



2. Dar de comer al hambriento.
Jesús nos ordena compartir con el necesitado cunado nos dice, "El que tenga dos capas déle una al que no tiene, y el que tenga alimento, comparta con el que no"(San Lucas, 3-11). Al compartir nuestro alimento, no solo les llenamos el estómago a nuestros hermanos necesitados, sino que les mostramos el amor de Dios que no los deja desfallecer.
Dar de beber al sediento
3. Dar de beber al sediento.
Con cuantas ganas nos bebemos un vaso de agua fresca luego de recorrer un largo trecho para calmar nuestra sed. ¿Cuántas veces pensamos en nuestros hermanos que no tienen un lugar donde beberlo?. Pensemos en aquellos que se enferman porque deben calmar su sed con agua contaminada, aquellos que mueren de sed porque otros la desperdician, incluso Jesús, en su trance de muerte, sintió sed y lo exclamó con tanta vehemencia, que un soldado romano le acercó una esponja con hiel y vinagre para que la calmara. ¿Sómos nosotros peores que ese soldado romano como para negar agua al sediento?.
Dar posada al peregrino4. Dar posada al peregrino.Existen muchos inmigrantes que esperan nuestra ayuda para poder vivir dignamente junto a su familia, ayuda que debe hacerse presente en toda forma y a todo momento. Recordemos que esos hermanos desposeídos son Sagrarios del Espíritu Santo que merecen al menos una Tienda de Encuentro con el amor Divino.
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5. Vestir al desnudo.
A menudo nos encontramos con hermanos que estan vestidos con harapos o bien se encuentran desnudos, viéndose disminuída su dignidad de hijos de Dios. Ayudémosles a recobrarla brindándoles una vestidura limpia y respetable, que les permita reencontrar al Señor en la bondad de los demás.
Visitar a los encarcelados6. Visitar a los encarcelados.Cada mañana nos levantamos y corremos a los centros de estudio o trabajo, y posiblemente pasemos frente a un centro de reclusión en el que muchos de nuestros hermanos sufren la soledad y la indiferencia. Nuestra Santa Madre Iglesia nos llama a llevarles, no solo cosas materiales, sino el cariño de toda la comunidad a cada uno de ellos, para que se sientan parte del rebaño del Único Pastor.
Enterrar a los muertos

7. Enterrar a los muertos.
Sepultarlos no significa olvidarlos, por el contrario, esta obra de misericordia coporal nos lleva a la obra de misericordia espiritual que nos invita a rezar por los vivos y los muertos. Al enterrarlos no debemos olvidar que es nuestro deber mantener sus sepulturas en buen estado, pues en ellas se contienen los restos mortales de aquellos que fueron Templo del Espíritu Santo.

martes, 17 de enero de 2012

El amor

Esto es un poco de lo que se hablo en la primera reunión del año y queríamos compartirlo con todos ustedes

TEMA: El amor



El amor es la cuestión fundamental para nosotros pero el amor al estilo de lo divino, no al mio, ni al de las novelas o algún medio de comunicación, en resumen las pautas justas de que es el amor NO ME LAS VA A DAR EL MUNDO, sino el l autor del Amor y es JESUCRISTO, y me lo demostró al morir por mi y al resucitar darme la oportunidad de que yo también goce la Vida Eterna.

Para entrar un poquito mas en el tema, partamos desde el Primer Mandamiento ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente’ (Mt 22, 37; cf Lc 10, 27: '...y con todas tus fuerzas')., y aquí es donde muchas veces fallamos porque creo que a Dios lo voy a Amar como a mi se me de la gana, el amor no es un sentimiento, no es una recomendación, es un EJERCICIO DE LA VOLUNTAD.

Por ejemplo que argumento da aquel que quiere dejar a su esposa, él dice: es que ya no ciento nada por ti, y porque sucede esto por que se cree que el Amor es un sentimiento y si no siento “BONITO”, entonces no amo, pero el amor que pide Dios es otra cosa.

Si fuese el amor un sentimiento, entonces, primero que nada no habría un mandamiento y a lo sumo seria una recomendación como Por ejemplo: Disculpen, perdón que les moleste, hay que pena con ustedes, pero si ustedes SIENTEN AMAR A A DIOS, ¿Eso es los que dice ese mandamiento? ¡NO! Es una Orden, un mandato, por lo tanto es Un EJERCICIO DE LA VOLUNTAD, Tú decides quien es el sujeto u objeto de tus afectos.

Entonces como verán el Amor no es un sentimiento, y es en este punto donde nosotros tenemos que hacer un examen y contestar estas preguntas.


1) ¿AMAS A DIOS?

2) ¿Qué es lo que tú quieres de Dios?

Algunos dirán yo de Dios quiero un milagrito, eso no es malo, esta bien que pidamos a Dios de vez en cuando un Milagro, ¿Pero eso es lo único que quieres de Dios?.

Otro dirá una buena situación económica porque las cosas están realmente mal, tampoco esta mal porque el señor nos provee, Magnifico.


Pero te vuelvo a preguntar, te confronto, te cuestiono. ¿Es eso solamente lo que tu quieres de Dios?, hasta algunos dirán: “y yo quiero sentir su presencia, porque a mi me gusta sentir”, y justamente es aquí donde muchos se van de la iglesia porque buscan sentirse bien en otro lado y pasan por el sentimentalismo, y de nuevo la pregunta ¿Es eso solamente lo que quieres de Dios?, sentir Bonito, el milagrito, que te traten bien, que te reconozcan cada cosa que haces.


Estas cosas pueden ser hasta necesidades humanas, y no es que este juzgando a nadie por eso, si yo mismo soy un pobre pecador, pero es mi deber el confrontarte con tu posible peor enemigo que eres tu mismo o mi peor enemigo que soy yo mismo, y es por eso que te pido que descubras que es lo que Tú quieres de Dios y eso te ayudara a definir si realmente le Amas y cuanto le Amas.


Sino seria hablar de conveniencia, un afecto interesado y condicionado y corre el peligro que si no llega el milagrito nos vayamos con otro Dios que me haga sentir bien.


¿ES ESO LO QUE TU QUIERES DE DIOS?


¿Y saben que es realidad que es lo que tenemos que querer de Dios?, pues “TOOODOOO” por qué él es el único que nos conoce, el sabe de que material estamos hechos, porque todo lo que viene de Dios esta bien, él es mi creador, sabe mejor que nadie lo que yo necesito, y como dice la biblia conoce hasta cuanto cabellos tenemos, nos conoce como la palma de su mano.


Ahora que es “QUERERLO TODO” lo que me gusta y ,o que no me gusta, lo que entiendo y lo que no entiendo, lo que me hace sentir bien y lo que me hace sentir nada, ESO ES EL AMOR, lo que me conviene y lo que no me conviene. Cuando tu amas haces lo correcto, cuantas veces hemos escuchado decir que yo estoy en la iglesia en la que me siento bien, entonces uno puede responder yo me voy con otra mujer que me haga sentir mejor que mi esposa, no es cuestión de eso, uno debe estar con la persona correcta.


“Dicen que para que halla una verdadera espiritualidad necesitamos saber lo que es el amor y ser listos para no dejaros tomar el pelo por el maligno”, debemos Sintonizarnos con Dios, con ese Amor Divino.


Ahora veamos que dice 1º de Corintios 13


"Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe. 
Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios, -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy. 
Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve. 
El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla. 
No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. 
No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad. 
Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo."


Justamente por eso dice mateo 7,21 : No todo el que me dice: ``Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ``Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: "Jamás os conocí".


Es por ello que debemos ser conscientes de que significa Amor, no basta con hacer y hacer y hacer, sino también el de ser misericordiosos con mi projimo, dando testimonio verdadero del amor de Dios.
JESÚS como ya dije antes nos mostró el gran amor que nos tiene muriendo en una cruz por nosotros, de allí la Sangre y el Agua que broto del Santísimo Corazón de Jesús como fuente de misericordia para nosotros y para el mundo entero. 


Nosotros estamos para hablar y vivir en la verdad y es por eso que “NO se hace selección cuando se ama” Se ama lo Correcto y se hace correcto.



miércoles, 28 de diciembre de 2011

Las Obras de Misericordia I

ESPIRITUALES


Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras de misericordia espirituales, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. (Catecismo


1. Enseñar al que no sabe
Es importante que cooperemos con nuestros hermanos, pero es mas importante enseñarles a realizar por ellos mismos aquello que no saben. Por ello, enseñemosle a orar, a prdonar, a perdonarse, a compartir, etc.


2. Dar buen consejo al que lo necesita
Para dar buen consejo es necesario que nosotros mismos hayamos sido aconsejados por un director espiritual, que nos ayude a orar a Dios Padre, para que nos envíe su Santo Espíritu y nos regale el don del consejo. Asi bajo la guia del Señor, tant nuestras palabras como nuestro actuar, serán un constante aconsejar a los que lo necesitan.


3. Corregir al que se equivoca
Muchas veces nos enojamos o reimos cuando vemos a algun hermano equivocarse, olvidandosenos que no somos perfectos e inevitablemente nos equivocaremos tambien. Pensemos, ¿nos gustaria que se rieran de nosotros?, definitivamente NO, asi que, cuando alguien se equivoque corrijamoslo con amor fraternal para que no lo vuelva a hacer.



4. Perdonar al que nos ofende
¿que dificil!, tanto que Jesus nos dice que debemos perdonar 70 veces 7, es decir SIEMPRE.
Ademas en el Padre Nuestro, nos pone la condicion de perdonar nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
Asi que, a perdonar, perdonar, perdonar...



5. Consolar al triste
Jesús nos ha dicho: "Dichosos los que lloran porque serán consolados". El cnsuelo de Dios, por medio de su Espíritu Santo, nos consuela. Peri ademas, Dios se vale de nosotros para consolar a los demás. No se trata de decir: no llore, sino de buscar en las Escrituras, las palabras que mejor se adecuen a la situación. En los salmos podremos encontrar esa palabra de consuelo que requerimos, por eso, es conveniente recitarlos y meditarlos constantemente.



6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo
¡Que fácil es ver la paja en el ojo del prójimo y no vemos la viga en el nuestro! 
Cuando seamos capaces de disimular los defectos de nuestro hermano, estaremos colaborando en la construcción del Reino del Señor. Tengamos paciencia con los ancianos, los niños, el vecino, el compañero de trabajo y ellos la tendrán con nosotros en nuestros defectos.




7. Rogar a Dios por los vivos y los difuntos
Cuando escucho a mis hijos orar pidiendo a Diosito por nosotros, por sus hermanos, por sus compañeros de escuela y por sus abuelitos ya fallecidos, me siento agradecido de saber que muchos elevan una oración al Creador por mi y por mis familiares o amigos que se me adelantaron a la casa del Padre. cada oración es una intercesión, y el Señor nos pide que oremos unos por otros para mantenernos firmes en la fe, así como Él oró por Pedro para que una vez confirmado, le ayudara a sus hermanos.











                                                                             Fuente: http://webcatolicodejavier.org